jueves, 11 de septiembre de 2014

Oda al coño

 

 

Coño,

coronación celestial del pubis,

a la vez cuenco que contiene

y exuberante monte genital.


Coño,

aldea clitoriana de súbitos resplandores.

ojo cósmico que mira a La Pachamama

boca ávida que atrapa y devora a su presa.   


Coño,

caracola sorprendida en los mares de Ulises,

origami extraviado en las alturas de Fuji San,

beatificado, inconfesable, impertinente coño,

enigmático, perturbador, enmarañado objeto del deseo.


Coño,

me sublimo ante tu inesperada alfombra de algas marinas

y encuentro en tus orillas de blanca arena, antiguos tesoros,

fragmentos de un naufragio, jarrones de la dinastía Ming,

raíces de mandrágora, abalorios y caballos de ajedrez.


Coño,

te celebro, te canto y te agasajo,

testimonio cercano del origen del universo,

consagración de la fe y apoteosis pagana.


Coño,

punto infinitesimal hacia donde confluyen las aguas dulces,

inconmensurable manantial desde donde brotan las aguas saladas.




Cómo nombrar todo lo que eres,

cómo no nombrarlo…

Milagroso, alucinante, generosísimo, resplandeciente coño.

simple, humilde, sencillamente,

de todo corazón.







Aquí mi último libro

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